¿Qué seria el hombre, sin el libro?
un huérfano, sin alma y sin destino,
un paria avasallado y destruido,
por la simple pereza, del olvido.
No quiera el hombre,
mimetizarse con el volcán impido,
ni acorralarse, en la oscuridad mortuoria,
de un desbordado manantial gredoso.
¡Imprima su voz naciente!,
en el níveo papel desaliñado,
que un roció de palabras milagrosas,
pinte el cuadro, más glorioso de su vida.
Carmen Bambill Bengoechea
No hay comentarios:
Publicar un comentario