martes, 21 de mayo de 2013

El Olvidado

Eran las tres de una mañana fría,
Cuando aquel hombre, de espesa cabellera, 
de ojos saltones y de expresión perdida,
clavo su vista en una luz lejana
y allí quedó, fulminado por un rayo,
caído sobre un charco de feridas aguas estancadas,
mientras su alma, volando se alejaba.

Eran las tres de una mañana fría.
Solo el silencia reinaba en el ambiente.
Caía un roció que pronto fue mortaja
para aquel solitario desvalido,
y entre sus manos, ya tibias y enjuagadas, 
un diario viejo trataba de ocultarlas..
Y un hilo tenue, de sangre maltratada, 
escapóse de aquella boca amarga,
que semi abierta, intentaba inútilmente
expresar el dolor, ya culminado. 

Se hizo la noche sobre aquel cuerpo vacío.
En las penumbras, las parcas merodeaban
y de su rostro, roído por la vida,
nació la calma, la calma de la paz.
Eran las tres de una mañana fría.
Solo la noche despidió su vida.



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